1 jun 2010

Pés na terra, o cheiro da novidade

No dia seguinte, començou a vida que ficaria grudada no seu peito... só que ela (eu) ainda achava que Brasil era uma coisa pequena e esquecível. Errou.

A las 5 de la mañana abrió los ojos y vió su primer amanecer en esa ciudad que tanto honor hace a las puestas y salidas de sol. Ya la retina empezaba escribir indeleble en su memoria las razones para no aceptar el regreso. Por primera vez en mucho tiempo usó zapatos de tacón y una vestimenta formal, para su primer día de trabajo.

Llegó. Con una sonrisa él la saludó y se presentó. Se llamaba "Varney" (Así sonó en un comienzo. Con un poco más de práctica, sabría que se escribe Warney) y vivía cerca a su casa, es decir, lejos del trabajo. Durante el trayecto, su conversación fue amena y supo que sería una de las compañías más importantes de los próximos meses.

La conversación (unas veces en español, otras en portugués, pero más en "portuñol" que en cualquier otro idioma) giró en torno a palabras nuevas y desconocidas para ambos. También se discutió la diferencia de costumbres, especialmente las respectivas a las relaciones entre hombres y mujeres.

A través de la ventana vio por primera vez a Belo Horizonte. Casa, casas, casas. Árboles, un lago enorme que la sedujo desde el primer instante, calles de asfalto gris pefecto. El aire en la mañana era fresco y el calor evaporava la humedad del suelo que huele a tierra y a Pacha Mama. Por un momento cerro los ojos y dejó que la brisa pasara por la ventana y acariciarra sus párpados. Así sería, una y otra vez, su vida por unos meses.

En su nuevo trabajo, palabras, sólo palabras, más que palabras. inglés, español, portugués. Labios sonriendo, escaleras, elevadores, rostros, deccenas de rostros, al menos dos ó tres nombres cada uno de ellos. Memoria, memoria, memoria. Laberintos de mesas, corredores, escritorios y pequeñas salitas que insistieron en confundirla por semanas. Caos y orden, todo en un mismo lugar, una misma dimensión y un mismo tiempo.

En el extremo contrario de la mesa, estaba Lorena. Seria intentó explicar los pormenores del trabajo, especificó tareas, separó documentos, enseñó palabras. -"Apagar", "desligar", "ligar", "mídia", "Entendeu?". -"Entendí".

Después fueron las sonrisas, los abrazos y la curiosidad de Thiago y Denise. Preguntas, aplausos, sorpresas. Revistas, diarios y clipping fueron su maestros silenciosos las primeras semanas hasta lograr las primeras oraciones en ese idioma que baila en la lengua y se aferra al alma.

El jefe era un misterio. Apenas lo recordaba de una conversación hecha de ceros y unos, hechos video-llamada, pero en dos semanas aún no había estrechado su mano. Semana tres. Entre órdenes e instrucciones, Ricardo era una figura paterna y protectora que pronto disfrutó su condición de extranjera para reir de las pequeñas diferencias que separan sus países, esa diferencias tan indelebles en ella.

Descubrir, esa era la tarea. Decubrió a Lorena.

26 ago 2009

De agitados olhares

08/08/09

Frenéticos los dedos comenzaron a bailar. A su lado, él esperaba paciente alguna señal para empezar a vivir y sumergirla en ese mundo paralelo que ahora le correspondía ocupar.

La novedad penetró el ambiente con gracia y la alejó con suavidad de su único contacto con su otro yo. Escucharon acordes desconocidos, intercambiaron miradas y algunas palabras sin sentido para romper el silencio de sus gargantas.

Afuera, el sol ardía y el cielo resplandecía azul. Salió de su ensimismamiento. Ahí recordó dónde se hallaba y se dejó llevar por el deseo de salir a sentir ese calor nuevo que pocas veces experimentó en su país, lejos de su ciudad.

Entró en el agua y nadó un poco. Él observaba desde el otro extremo de la piscina, atento. Se sonreían desde la distancia. Llegó Tatiane, la pequeña que ahora sería su nueva hermana y saltó al agua, para hacer todo tipo de preguntas en una mezcla de inglés y español. Él continuaba en silencio y escuchaba la conversación, mientras observaba esa piel blanca que poco conocía el sol.

Sol y temperatura bajaron: llegó el momento de escuchar la voz de los suyos. Empezaba a sonar extraño el idioma que la vio nacer. Al colgar el teléfono, sintió el cansancio posarse sobre sus pies, rodillas, abdomen, senos, cuellos, mejillas y ojos. Con una caricia suave la hizo despojarse de la ropa y meterse entre los cobertores.

Al abrir los ojos, empezaba una nueva vida.

15 jun 2009

Primeiros encontros

08/09/08
Parte 2.

El aire cálido desnudó cuello y brazos. Abrió los poros y los penetró. Tomó toda la piel y la hizo suya para recorrer la espalda y adornarla con perlas de sudor que se deslizaban lujoriosas: una premonición den deseos desinteresados y consuelos para los solitarios.

Los ojos ávidos intentaban reconocer vetigios de un rostro impreso en una fotografía olvidada. Devoraban facciones, pómulos, cejas, dientes y sonrisas. Esperaban sin hallar coincidencia alguna con la imagen que habitaba la memoria.

Él se aproximó lento y desconfiado. Sus ojos recorrieron su cuerpo entero intuyendo que había encontrado a quien esperaba. Miradas de decepción se cruzaron. Reconocieron en el otro aquello que no esperaban, la imaginación se evaporó.

"Hi, is it you?" And it was. En silencio los pies fueron hasta el auto. Las palabras se hicieron insignificantes y el silencio (que dominaría su relación a partir de ese momento) amarró los labios. Sólo los ojos hacían preguntas que se responderían más tarde.

Afuera, el desierto rojo se retorcía bajo el sol. Un escenario no imaginado se abrió paso hasta llegar a las afueras de la ciudad. Con los pies ya en la tierra, pequeñas casas grises y amarillentas aparecían inertes.

El polvo tocaba toda superficie y la sofocaba hasta hacerse uno con ella. Los ojos turistas recordaban calles, edificios, árboles y señas; las fijaban en la memoria para usarlas como salvavidas algún día.

***

Hasta ahora, fue su voz lo que la sacó de la decepción. Profunda, pausada, rítmica, dueña de sí pero ausente. Su sonrisa también. Ingenua, pequeña, infante. De su garganta emergieron dos personas que pronto matarían la soledad.

13 may 2009

Visiones y palabras

08/09/08
Parte 1.

Ahora, los ojos desorientados serían estos. Curiosos, poco audaces, asustados y, finalmente, emocionados. Finalmente estaban entendiendo... sin comprender, claro.

Esperando. El tiempo se dilata de manera caprichosa pero, antes de permitirle al fenómeno adormecer los sentidos se abrieron los oidos para alimentarse de todo eso tan nuevo y sin producciones. Los ojos son tímidos, no se cierran y se posan sobre cosas sin importancia para evadir la ignorancia y disfrazar el hambre.

Extranjera. Nadando en la densidad de la otredad, comencé a desenredar aquello que ahora me envolvía. Una gelatina densa lo cubría todo, hacía las novedades inascibles y confusas. Dulce resulta el sabor de lo desconocido cuando se ansía probarlo.

Todos parecen muertos en vida, estatuas de cera que pululan por el espacio interior (el de mis ojos). Se hacen visibles diferencias, matices, colores, olores sutiles que ya olvidé, expresiones lejanas, muecas, lazos, cabellos, ojos, dientes, cuerpos. Poseo el lugar y me embriago con él.

Sonoras. Palabras vibrantes, canciones sin melodía, pausas, síncopas, aire. Se sumergen en mis oidos con avidez impaciente y cómplice. El librito se deshace y revela su inutlidad. Se abre la ruta hacia la novedad y la apropiación poco definitiva que me hacía extranjera.

Sensuales. Acarician mi interior vibrantes, se fijan en mi memoria y crean un mapa aún muy joven para ser interpretado. Palabras que bailan. Escurridizas, familiares, lejanas, mías, de ellos, mías, mías, mías, mías.

La puerta abierta elevó de nuevo mis pies hacia lo desconocido. Aún no estaba lejos; no lo suficiente, pero con seguridad lo estaría. Ávidos mis ojos buscaban en la altura el futuro. Posiblemente uno que no existió y que tal vez no existiría de nuevo. El engaño del presente.

24 mar 2009

O começo do 'awayness'

07/09/08


La ansiedad anula muchas cosas. Anuló la tristeza ante la próxima lejanía de lo que, hasta ese momento, era cotidiano. Abrazos profundos y cabeza lejana, incrédula.

Sentada. Una mujer de frente amplia y pómulos sobresalientes acariciaba su vientre con sus manos de piel quebradiza y rojiza. Sus ojos negros y profundos se asomaban entre el cabello negro y liso que caía sobre su rostro. Asustados, desorientados y sin experiencia se dirigieron de nuevo hacia su vientre habitado. Las ropas desteñidas, rasgadas y masculinas confunden al espectador quien se preguntó qué hacía ella ahí, cómo llegó y qué la llevaba hacia ese extraño país. Ella espera.

Sentada. Desde la ventana se veía la sala de espera la cual observaba sin algún tipo de sensación. Aún estaba poseída por la incredulidad y una aparente apatía, más similares a la falta de compresión que a la indiferencia. La ciudad empezó a alejarse con rapidez y la noche la obligó a vestirse de luces que se hacen más pequeñas en la distancia. Se escapó de las manos y, ahí, lloró.

Respirando. Nada a través del cristal. Sólo un oscuro y espeso azul similar al negro que nublaba la vista y daba dolor de cabeza. Daba lo mismo abrir los ojos que cerrarlos, así que la música y el sueño se hicieron aliados.

Durmiendo. En realidad, el sueño no llegó, pero era mejor que mirar las hileras de sillas o el azul espeso. Así resultó mejor fingir con los ojos cerrados y permitir a la música amplificarse como efecto de la falta de visión. Los acordes atravesaban el silencio (interrumpido sólo por el constante ronrroneo del motor) y hablaban palabras incomprensibles hasta ese momento pero que, desde hace algunos años, se incrustaban en mi cerebro e insistían en reverberar en mis cuerdas vocales:
cantinhos, saudades, moinhos... todas ellas.

Aviso

Nota: Hoy el awayness acabó pero me siento llamada a relatar lo q pasó ahí. Las fechas son, algunas ficticias, otras reales. Ignoro si ubicaré en algún punto específico de tiempo lo que sucedió; sin embargo, podría considerarse improcedente hacerlo porque la condición espacio ya se hizo indefinida y, con certeza, mi memoria me traicionará y me hará recurrir a la ficción para continuar mi relato.

My eyes in here